¡Buenos días! Hace un par de semanas buscamos algún restaurante para una ocasión especial. Queríamos que estuviera en Valencia (se avecinaban lluvias torrenciales) y que se comiera bien sin resultar excesivamente caro. Nos recomendaron Canalla Bistro, y allá que nos fuimos.
Se encuentra en Ruzafa en la calle del Maestro José Serrano, una zona muy céntrica y muy de moda actualmente. El local es amplio, con una decoración a base de cajones viejos de madera y una acústica muy buena. Me refiero a que no es el típico local que pese a estar lleno, la gente chilla y se oye todo, y te duele la cabeza por oír tantas voces hablando muy alto. No, en este local, pese a estar lleno el día que fuimos, podías hablar tranquilamente sin escuchar más conversaciones y en un tono normal. No sé si os pasa, pero a mí no me gusta nada esos locales en los que todo el mundo chilla para hacerse escuchar porque no hay una buena acústica.
Volviendo a lo importante, nos sacaron la carta y pese a que hay menús ya preparados y que tenían muy buena pinta, preferimos pedir de la carta y así poder probar más cosas, además de que en dos platos del menu, la guindilla indicaba que picaban un poquito, y a mí no me apetecía picante.
Todo nos gustaba, y ya que había hambre, nos decidimos por cuatro entrantes, un plato principal cada uno y dos postres (había que guardar un hueco sí o sí para el postre).
De entrantes pedimos ostras valencianas naturales (puedes pedirlas también ceviche/satay/mostaza), croquetas de pollo a l’ast (no tengo fotos de ellas porque volaron enseguida), ensalada de cintas de calabacín, mango y parmesano y mozzarella rellena de pulpo encebollado. De verdad que no sabría deciros qué me gustó más. Estaba todo riquísimo, la mezcla de sabores es única y se nota que las materias primas son de primerísima calidad.
De segundo yo opté por un confit de pato con quinoa y salsa sumiso. Estaba increíble, jugoso, con un sabor perfecto, que junto con el acompañamiento se te deshacía en la boca (creo que estoy salivando de sólo acordarme). Rubén optó por un costillar de cerdo lacado en una salsa de finas hierbas. Menudo costillar le sacaron, casi no cabía en el plato. Llevaba una especie de puré de patatas que sirvieron en un platito a parte que estaba espectacular.
Y de postre (aún había un huequecito) pedimos gofre de calabaza, jengibre y helado de vainilla y Nuevas texturas de chocolate 2015. Uffff, que ricos estaban los dos postres. No sé cual me gustó más, entre que la calabaza me encanta y el chocolate me rechifla, creo que la combinación de los postres estuvo genial.
De bebida yo opté por agua (gajes del embarazo), así que ya volveré y miraré bien la carta de vinos, que tenían muy buena pinta.
Os recomiendo totalmente este restaurante. Obviamente no es un sitio barato de ir todos los días (aunque tienen menús de 15-17€ toda la semana), pero para ocasiones especiales está muy bien y puedes salir por cabeza a 30-35€.
Espero que os haya gustado y si tenéis ocasión, visitad este restaurante!
Un beso